Senabri
Silvestre
Los hijos son un regalo de
Dios para las personas (Salmos 127:3), pero, dado el cuidado y la atención que
demandan, frecuentemente de manera errónea, son vistos como una carga, estorbo
o distracción.
Aunque lo que buscan es amor
y atención, pareciera que los niños, con sus travesuras, inquietudes y
berrinches, hacen todo lo posible por ganarse esos calificativos, y más ahora
en cuarentena, cuando los padres no contamos con la ayuda de las escuelas o
familiares que se encargaban de ellos una buena parte del tiempo.
Pero,
¿cómo puede ser esto? ¿Se equivocó Dios al decir que nuestros hijos son una
bendición?
La respuesta es muy
sencilla: no, Dios no se ha equivocado; pero muchos padres «no lo soportan»
porque han perdido de vista su verdadero rol, y más que como un premio, ven a
sus hijos como un trofeo por sus fracasos y malas decisiones, cuando la
intención de Dios es darte motivos para alegrarte, llenarte de amor y compañía.
Entonces, para mejorar la
forma de sobrellevarlos, lo primero que deben hacer los padres es entender que,
sin importar la forma en que lo hayan tenido (engendrados o adoptados,
planificados o no), sus hijos son una herencia de Dios y como tal debemos cuidarla.
Génesis 1:27-28.
Esto lo comprendía muy bien
el pueblo judío, según lo vemos en varias historias del Antiguo Testamento,
donde frecuentemente se relaciona a los hijos con estar bendecidos. De hecho,
se entendía que el que no tenía descendiente estaba en maldición; por eso las
parejas oraban constantemente a Dios para concebir.
Como ejemplo podemos
mencionar a Abram (Abraham) a quien Dios le ordenó dejar su tierra para irse a
un lugar desconocido. Abram preguntó cuál sería su recompensa por eso, y según
Génesis 15, Dios le contestó: “te daré una gran descendencia”. -Le ofreció hijos-,
y Abraham estaba feliz.
Aun siendo ancianos, Abraham
y Sara seguían esperando un hijo y Dios le volvió a confirmar que les daría
hijos como bendición. A Sara le dijo: «Y la bendeciré, también te daré hijos de
ella, sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones», Génesis 17:16.
Bien. Hasta ahora he tratado
de explicar que lo primero que debemos hacer es comprender que nuestros hijos
son un regalo de Dios, por lo tanto, si comprendemos que esto es así, debemos
comenzar apreciarlos como tal.
Cuando un ser amado te
regala algo, por menos útil que lo veas, tu lo aprecias, lo cuidas y lo
atesoras porque así le demuestras a esa persona que lo que viene de ella te
agrada. ¡Cuánto más haremos con un regalo de Dios!
De modo que, antes de volver
a quejarte por tus hijos, piensa que lo que estás despreciando o maltratando
fue lo que Dios te entregó y no debes rechazarlo, ya que todo lo creado por Él
es bueno (1 Timoteo 4:4).
Si los miras como un regalo
en vez de como una gran carga, la forma de sobrellevarlos será muy diferente.
En la segunda parte de este
artículo explicaré cómo tratar a los hijos,
es decir, el rol de los padres según la Biblia; y, en el tercero,
hablaré de cómo hacer que los hijos sean más receptivos a las correcciones o
lineamientos (rol de los hijos).
Fuente:
https://senabrisilvestre.com
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