Fuente:Banco Mundial blogs.worldbank.org
Las
siguientes semanas marcan el inicio del año escolar en el hemisferio norte. De
acuerdo a la base de datos sobre cierre de escuelas del Banco Mundial (Cierre
de Escuelas y número de estudiantes afectados por país, una herramienta de
Monitoreo del Banco Mundial), sesenta y siete países, con casi la mitad de
ellos localizados en Europa y Asia Central, han reabierto o se están preparando
para reabrir escuelas en setiembre.
Este año, la seguridad de los estudiantes y
maestros y la prevención de la propagación del coronavirus es la máxima
prioridad para los países según la Encuesta del Banco Mundial, UNESCO y UNICEF
sobre respuestas de los sistemas de educación ante el COVID-19, llevado a cabo
en junio.
Los
resultados indican que, a junio, más del 95% de los países encuestados estaban
planeando la reapertura de las escuelas, pero también planeaban tomar medidas
para evitar aumentos de infecciones.
Entre estas medidas se encuentran la
reapertura a nivel nacional o local, o la incorporación progresiva de grupos /
grados (Francia, Uruguay) la contratación de maestros adicionales para cubrir
la escasez resultante de aulas más pequeñas (Escocia); asistencia por turnos
(Alemania); introducción de controles de temperatura y medidas de
distanciamiento social (por ejemplo, Dinamarca, Finlandia, Corea, Singapur,
Tailandia, Túnez); y / o proporcionar mascarillas y equipo de protección
personal a los profesores y estudiantes cuando están en la escuela (Djibouti).
Algunos países como Brasil, Canadá, y el Reino Unido, están dejando la decisión
a los estados, provincias y distritos. Por ejemplo, en el distrito escolar más
grande de EE. UU. (Nueva York, incluida la ciudad de Nueva York), las escuelas
reabrirán solo en los distritos que han mostrado tasas de transmisión bajas constantes
(más bajas del 5% durante dos semanas).
Encontrar
un equilibrio entre el aprendizaje y la seguridad es un desafío. Algunos países
están comenzando el año escolar basándose únicamente en el aprendizaje a
distancia; o utilizándolo como complemento del aprendizaje presencial.
Estudiantes en México comenzarán el año escolar 2020-2021 recibiendo sus
lecciones por televisión o radio. En las ciudades y distritos escolares de los
Estados Unidos como Atlanta, Houston, Miami y Washington, los suburbios de DC han
anunciado el uso exclusivo del aprendizaje en línea para el primer semestre de
2020-2021. En Panamá, las clases comenzaron en julio con los estudiantes
haciendo uso de una plataforma integrada que combina recursos de televisión,
radio, material impreso y en línea. Las autoridades han adaptado el plan de
estudios para centrarse en desarrollar habilidades esenciales y la resiliencia.
Factores afectando la reapertura de escuelas
La
decisión de reabrir escuelas es muy compleja, y a menudo hace que los hacedores
de políticas, la administración escolar, los padres y los maestros se vean
envueltos en debates sobre oportunidades perdidas y manejo de riesgos. La salud
de los niños, así como la de la comunidad, también se han convertido en un tema
fundamental en el debate, junto con las consecuencias a largo plazo sobre la
salud y el bienestar de los niños y niñas, las pérdidas de aprendizaje, y la
exacerbación de las desigualdades que afectan a los estudiantes más vulnerables
y desfavorecidos. Las consultas con docentes, padres, estudiantes y comunidades
también son importantes para garantizar que la decisión sea adecuada al
contexto y esté adaptada a las preocupaciones y sugerencias de los actores
clave.
Garantizar la calidad del aprendizaje, independientemente
de la modalidad
Como
medida para mitigar el impacto del cierre de escuelas en el aprendizaje y para
apoyar a la población estudiantil, más de 160 países se trasladaron a algún
tipo de aprendizaje a distancia desde marzo de 2020. Muchos de ellos planean
continuar con él de manera exclusiva o utilizarlo como medida complementaria
para apoyar clases más pequeñas y la menor presencia física en las aulas. Sin
embargo, como ha quedado claro a lo largo de esta experiencia humana global, el
aprendizaje remoto plantea muchos desafíos en la implementación, la medición de
su efectividad y en llegar a los niños desfavorecidos. No es sorpresivo que
abunden las inequidades en el acceso.
El Instituto de Estadística de las Naciones
Unidas y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU) estiman que el 40%
de los estudiantes cuyas escuelas están cerradas hoy no tienen acceso a
Internet.
Para
abordar estas brechas, la mayoría de los países han optado por enfoques
multimodales que incluyen el uso alta tecnología, baja tecnología y / o
difusión tradicional en papel. Para aumentar la accesibilidad, algunos
gobiernos están distribuyendo dispositivos digitales y mejorando las opciones
de conectividad. Por ejemplo, en Croacia, los proveedores de telecomunicaciones
han acordado distribuir tarjetas SIM a estudiantes de bajos ingresos para que
puedan tener acceso gratuito a Internet. Kazajstán está introduciendo un acceso
ilimitado a 380 plataformas y recursos educativos nacionales a través de un
plan de tarifas "Bilim" (conocimiento) proporcionado por todos los
operadores móviles para estudiantes y profesores.
Mantener
la participación de los estudiantes, la salud de los maestros y la seguridad de
comunidades.
Dicho esto, las infecciones por coronavirus
entre los niños aumentaron un 40% en 49 estados durante las últimas dos semanas
de julio, según un informe de la Academia Estadounidense de Pediatría y la
Asociación de Hospitales de Niños publicado el 30 de julio de 2020.
Comprensiblemente, esto ha despertado la alarma entre muchos padres. Cuyos
estados han anunciado un comienzo físico del año escolar 2020-21.
Además
de la seguridad de los niños, también se deben tomar medidas para mantener
seguros a los docentes y al personal escolar. Primero es importante determinar
cuántos de ellos pueden tener condiciones que los ponen en mayor riesgo de
enfermedad grave si contraen COVID-19, por ejemplo, un análisis en los EE. UU.
Estima
que 1 de cada 4 maestros o personal docente estadounidenses estaría en mayor
riesgo si llegaran a enfermarse. Los sistemas educativos también deben
planificar: i) cómo responder a la escasez de maestros, ya sea si se enferman o
si se necesitan más para cumplir con implementar clases más pequeñas, ii)
cobertura médica para docentes y cobertura de su licencia por enfermedad. En
países como Dinamarca, Francia e Italia, los sindicatos de docentes
participaron activamente en los debates sobre la reapertura de la escuela y la
provisión de atención médica universal en esos países alivió algunas preocupaciones.
Tomar en cuenta la infraestructura / ecosistemas de
aprendizaje seguros
Varios
factores pueden contribuir a tener una mejor infraestructura y un entorno de
aprendizaje más seguro para estudiantes y maestros en todo momento y la crisis
de COVID-19 ha puesto al descubierto las muchas vulnerabilidades presentes en
las escuelas.
El
estudiante promedio de 15 años en los países de la OCDE ha pasado 7.538 horas
dentro de los edificios escolares, donde la falta de ventilación adecuada y el
aire estancado crean oportunidades para la propagación del virus. Algunas
medidas que los países pueden considerar son mejorar la ventilación adecuada,
proporcionar instalaciones para lavarse las manos y otras medidas de
desinfección dentro de los edificios escolares y educar a las personas para que
las utilicen, así como establecer pautas claras sobre si fuese necesario el uso
de mascarillas y en qué circunstancias.
Existen
algunas buenas prácticas para reutilizar los entornos escolares, como grandes
pabellones deportivos en los espacios de aprendizaje, reorganizar las
instalaciones de distribución de alimentos, etc. Muchos se preguntan si es
posible que los docentes usen mascarillas en todo momento, países como Francia
requieren que usen mascarillas cuando están a menos de un metro de los
estudiantes, mientras que Inglaterra está considerando no exigir el uso de
mascarillas en absoluto.
El lado positivo que puede quedar del COVID-19 para
las escuelas es que los entornos de aprendizaje comenzaron a considerarse de
manera integral con la infraestructura de IT y el aprendizaje remoto en su
conjunto, lo que podría expandir las formas de aprendizaje y colaboración.
Un
camino hacia la continuidad del aprendizaje – la flexibilidad es clave para mitigar
pérdidas de aprendizaje.
A
medida que avanzan el debate global y los esfuerzos a futuro, cabe señalar que
el regreso de los estudiantes a las aulas sigue siendo la excepción y no la
norma, ya que más de mil millones de estudiantes (aproximadamente dos tercios
de los alumnos del mundo), en más de 110 países, que siguen afectados por el
cierre de escuelas y es posible que no vean sus aulas durante algún tiempo.
Esto tendrá un impacto negativo en el nivel de escolaridad y el aprendizaje de
los estudiantes y en la acumulación de capital humano en todos los países.
Según
estimaciones del Banco Mundial, los cierres de escuelas hasta la fecha podrían
resultar en una pérdida de 0,6 años de escolaridad ajustada por calidad,
reduciendo los años efectivos de escolaridad básica que los niños logran
durante su vida escolar de 7,9 años a 7,3 años, lo que resulta en miles de
millones de dólares en salarios futuros perdidos. (Impacto potencial del
COVID’19 y el cierre de escuelas en el acceso a la educación y los resultados
de aprendizaje: un conjunto de estimaciones globales).
Para
los estudiantes de todo el mundo, la pandemia de COVID-19 ya ha cambiado la
forma en que aprenden y dónde aprenden. La flexibilidad parece ser la base de
cualquier estrategia de reapertura de escuelas: una reapertura cautelosa y la
disposición a cerrar nuevamente si surgen brotes. Esto no es fácil en los
sistemas educativos que históricamente están cargados de tradición y rigidez.
Pero para equilibrar la seguridad y el aprendizaje, el enfoque más eficaz ha
sido combinar la educación cara a cara y la educación remota, permitiendo el
intercambio entre las dos con interrupciones mínimas en la continuidad del
aprendizaje.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Bendiciones