Formación profesional y empleo juvenil

 Artículo: Alina Hernández Martín

En la actualidad los jóvenes presentan dificultades a la hora de encontrar un trabajo que se vincule con su perfil de formación. A partir de esta tesis se hace necesario el estudio recurrente del vínculo que ha de existir entre formación y empleo, en tanto se diseñan estrategias educativas dirigidas a la formación para el trabajo.

En el caso particular de América Latina, éstas se han constituido como: educación técnica o vocacional en la escuela secundaria formal, destinada a aquellos que se supone se incorporen al mercado laboral al terminar la adolescencia; formación profesional extraescolar para los trabajadores manuales que se desvincularon de la enseñanza en los niveles primarios o secundarios dirigida al aprendizaje de habilidades específicas para un oficio u ocupación particular; y obviamente, formación profesional universitaria para aquellos que alcancen dicho nivel de instrucción. Desarrollo: El desarrollo de los esquemas de formación-inserción al empleo en América Latina no ha logrado en primer lugar, una formación profesional planificada que responda a las necesidades de las demandas socioeconómicas existentes, imperando un distanciamiento entre la formación de profesionales y el mundo del trabajo.

 Esto se debe a que el desarrollo productivo, los avances tecnológicos y las crecientes exigencias del empleo, han sobrepasado a la formación profesional, de manera que crece la distancia entre los perfiles ocupacionales de los egresados de los diferentes niveles de formación y la realidad del mundo del trabajo.

 Es por ello que la formación de profesionales, está encaminada actualmente a desarrollar sistemas educativos más flexibles, en función de satisfacer las demandas socioeconómicas, sobre la base de la formación para el empleo. Por tanto, la relación entre la formación de profesionales y la inserción laboral, se convierte entonces en un proceso de articulación, siempre determinada por las demandas del desarrollo socioeconómico, la capacidad de reproducción de la fuerza de trabajo, y la correspondencia entre formación de profesionales y las exigencias actuales del empleo. Estas constituyen las demandas, surgidas del análisis que realizan los empresarios para la proyección de su fuerza de laboral, donde deben tener en cuenta; en primer lugar, la cantidad de cargos disponibles en su organización, los conocimientos requeridos para ocupar un puesto laboral determinado, la composición actual de su fuerza de trabajo en cuanto a la edad y la formación profesional, la contingencia de vida, el comportamiento de la fluctuación, así como las inversiones previstas según la proyección económica. Esta es el reflejo de las exigencias y necesidades de la sociedad, que condicionan el proceso formativo de la fuerza de trabajo calificada.

 En este caso las instituciones y empresas, es decir los empleadores, que acuden al mercado de trabajo en busca de la fuerza que demandan, van definiendo cuáles son los profesionales requeridos para sostener y desarrollar sus empresas, teniendo en cuenta el objeto social de cada una de ellas y su relación con el entorno. Se considera como un elemento de la planificación de sectores productivos en correspondencia con las proyecciones del desarrollo económico y social; donde debe tener una repercusión directa. De esta manera se va condicionando la reproducción de la fuerza de trabajo calificada, en tanto las exigencias de la producción y la sociedad determinan las características del profesional que se requiere para la renovación de la misma.

 En correspondencia con la situación actual, la formación de profesionales, tiene la misión fundamental de satisfacer las demandas sociales, para ello debe ser en primer lugar pertinente, es decir, oportuna y ajustada a la situación actual de la sociedad; debe ser de calidad, en este caso, lograr como resultado un profesional bien preparado, con visión de futuro y con posibilidades de enfrentar los nuevos retos que supone el mundo laboral en tanto se inserta en él satisfactoriamente.

 Este fenómeno se vuelve bilateral, de un lado los empresarios no precisan de forma coherente las necesidades de graduados de los diferentes niveles, lo que conlleva a una insatisfacción de las demandas sociales. Por otro, el constante desarrollo tecnológico aumenta las exigencias del empleo, que en muchas ocasiones va más rápido que el proceso de formación. Esto hace más impredecible la proyección de la necesidad de fuerza de trabajo calificada a largo plazo y por ende la formación adecuada de la misma.
 Por otra parte la inserción laboral satisfactoria, está condicionada por la equidad de género, la igualdad de oportunidades de acceso, la proyección política de los gobiernos en cuanto a la generación de empleos decentes y la formación laboral, o sea, cómo son recibidas las personas que acceden a los diferentes empleos, determinada por los mecanismos de inserción establecidos en cada sector de la economía o institución laboral. Se entiende entonces por articulación entre formación e inserción al empleo, al proceso mediante el cual la formación de profesionales responde a la satisfacción de las demandas socioeconómicas, a través de la adecuada inserción laboral de la fuerza de trabajo sobre la base de la igualdad de oportunidades y la equidad de género.

 En ella intervienen todos los sectores y grupos sociales, y tiene la misión de garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo calificada, para elevar el desarrollo socioeconómico de la sociedad que se trate. 

Está influido por la intención política del Estado y debe contribuir a fomentar la cultura nacional así como, favorecer la productividad de las empresas promoviendo la relación armónica entre los mismos. (Travieso I, 2015) No obstante se percibe otra arista del problema cuando se plantea que: “Si bien es innegable que las realizaciones de trabajos complejos precisan de un nivel de preparación de la fuerza de trabajo más elevado, esto presupone un crecimiento de los niveles salariales que se les debe abonar a este tipo de trabajadores, lo que atenta contra los intentos continuados de los empresarios de reducir los costos laborales, esencialmente los salariales.

Lo anterior motiva que en no pocas ocasiones, las empresas prescindan de la fuerza de trabajo calificada de más alto nivel de preparación técnica y profesional, contratando obreros no calificados a los que se les paga menor salario, pero que no aportan al desarrollo territorial en la medida necesaria.” (Macías Zambrano & Soulary Carracedo, 2013) Partiendo de la afirmación anterior se considera que el vínculo adecuado entre la calificación y el empleo que van a desarrollar los jóvenes resulta otro elemento a analizar.

 Una ubicación laboral inadecuada, insertando profesionales de más alta calificación para desempeñar una actividad que no requiere un mayor aporte, genera insatisfacción en los jóvenes profesionales, pues se sienten que no pueden desarrollarse plenamente por las limitaciones del cargo que ocupan en la empresa.
La formación de fuerza de trabajo calificada no puede ser un proceso aleatorio, ésta tiene que estar en función del desarrollo económico y social. El déficit de la misma afecta los resultados de crecimiento económico de la sociedad. El superávit, por otro lado, genera una sobreinversión generando un costo adicional en la preparación de un recurso humano que estaría subutilizado, pues no explotaría en su totalidad los conocimientos adquiridos y por tanto la remuneración estará relacionada con la actividad que desempeña y no con la calificación alcanzada.

 La demanda de fuerza de trabajo calificada constituye, una forma de planificación de la economía, ya que a medida que aumenta su capital se van a necesitar más trabajadores en sentido global, pero también trabajadores con otras habilidades que le permitan adaptarse a las nuevas condiciones de trabajo que se crean. Una formación inadecuada de la fuerza de trabajo calificada que no contempla las necesidades reales de la economía, genera un costo adicional al insertar a los egresados en el mercado laboral. El no tener la calificación adecuada, requerirá además, una inversión más larga y costosa a la entidad receptora de los graduados pues implicaría mayores acciones de capacitación para que respondan a los requerimientos del puesto de trabajo destinados.

 En este sentido el costo se duplica. Por estas razones se le da un valor especial a la planificación (como elemento esencial de la Dirección) de la formación de la fuerza de trabajo por la implicación que tiene en los resultados de la inserción laboral de ésta para el desarrollo económico de la sociedad. Planteamientos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) refieren que, no obstante existen fortalezas en el continente, como la intención de los gobiernos en mejorar la situación actual, la colaboración entre los países en materia educacional, la existencia de programas dirigidos a la formación profesional en la juventud, la notable intención de estrechar los vínculos entre la formación de profesionales y el sector productivo en respuesta a las demandas existentes y el propósito de resolver problemas sociales, como la eliminación de la pobreza, la exclusión social, entre otros.

  Existen algunos asuntos no resueltos en la región que afectan directamente este proceso de articulación. Entre ellos se encuentra, en primer lugar,que las demandas constituyen aproximaciones acerca del futuro de las empresas, condicionadas por los avances tecnológicos, por lo que el mundo de la producción frecuentemente cambia más rápido que la formación, lo que atenta contra la calidad y pertinencia de la misma, la cual está condicionada por el cumplimiento del currículo; en segundo lugar, las posibilidades de acceso de los jóvenes al empleo, los mismos enfrentan comúnmente importantes limitaciones en cuanto a tipo de empleo y acceso fundamentalmente; en tercer lugar los mecanismos de inserción existentes, son heterogéneos y en algunos casos de carácter obligatorio, generando resistencia entre los involucrados. Establecer un equilibrio lógico y armónico resulta un reto para los empleadores, los gobiernos locales y centros de formación de profesionales, pues los primeros aspiran a obtener en el mercado laboral una fuerza de trabajo con la calificación necesaria que garantice un desempeño profesional que satisfaga sus necesidades.

 Los segundos tienen la responsabilidad de formar los técnicos y universitarios que requiere ese mercado a partir de las demandas coherentes de los diferentes perfiles. Por otro lado, los protagonistas de esta historia, los jóvenes formados con una calificación, pretenden insertarse a un empleo donde no solo perciban la remuneración adecuada, sino que también desarrollen plenamente sus capacidades aportando al máximo sus conocimientos y habilidades. Debe aprovecharse entonces la intención de los gobiernos en mejorar la situación actual, pero no quedarse solo en esto sino emprender acciones que faciliten una articulación coherente entre formación profesional y empleo, esto requiere voluntad, estudio y propuestas concretas que favorezcan la formación adecuada de la fuerza de trabajo calificada requerida y que garantice la inserción laboral de los jóvenes.


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